Las gatas suelen alcanzar la madurez sexual, y con ella su primer celo, entre los seis y ocho meses, dependiendo de algunos factores: raza, alimentación, estado de salud,...

Manifiestan su receptividad sexual mediante maullidos especiales y buscando ser acariciadas de forma mucho más acusada que de costumbre. Habitualmente estos signos duran unos pocos días, 4 ó 5 y, en caso de que sean cubiertas por un macho, desaparecen al producirse la ovulación, fecundación y gestación consecuentes.

Si la monta no se ha producido, pasados unos 10 ó 15 días, puede volver a repetir el celo. Estos ciclos normalmente se presentan durante un mes, más o menos, a finales del invierno y verano.

Las gatas domésticas, que viven encerradas y por tanto nunca tienen contacto con machos, suelen sufrir estos ciclos con más virulencia cada vez; de forma que muchas veces, como consecuencia de la formación de un “quiste” en los ovarios, terminan entrando en celo constantemente.

Por este motivo recomendamos la castración de las gatas cuando son jóvenes si tenemos decidido que no se reproduzca.

San Sebastián, 31 October, 2019

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